“Las estructuras metalorgánicas tienen un potencial enorme y brindan oportunidades nunca antes previstas para materiales hechos a medida con nuevas funciones”, afirmó Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química, durante la premiación.

Nobel de Química 2025 reconoce a los creadores de estructuras capaces de limpiar el planeta
La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó hoy el Premio Nobel de Química 2025 a tres científicos que crearon las llamadas “estructuras metalorgánicas” (MOF): estructuras moleculares con amplios espacios por los que pueden fluir gases y otras sustancias químicas. Se trata de Susumu Kitagawa, científico de la Universidad de Kioto, Japón, Richard Robson de la Universidad de Melbourne, Australia, y Omar M. Yaghi, de la Universidad de California, Berkeley, EE. UU., tres hombres que, según referentes de este campo de estudio del Consejo, revolucionaron la arquitectura molecular y crearon materiales capaces de solucionar algunos de los mayores desafíos a los que se enfrenta hoy la humanidad, como la purificación del agua, la descomposición de trazas de fármacos en el medio ambiente, el almacenamiento de gases tóxicos o la recolección de agua del desierto.
. En sus estructuras, los iones metálicos funcionan como pilares unidos por largas moléculas orgánicas (carbonadas). Juntos, los iones y moléculas metálicas se organizan para formar cristales con grandes cavidades. Estos materiales porosos se denominan MOF. Al variar los componentes básicos de las MOF, los químicos pueden diseñarlas para capturar y almacenar sustancias específicas. Las MOF también pueden impulsar reacciones químicas o conducir electricidad”, explicó la Real Academia Sueca en un comunicado de prensa.
Como ven los científicos argentinos el reconocimiento
“Es un premio super justo. En la comunidad de químicos nos veníamos preguntando hacía rato cuándo le iban a dar el premio a los MOF”, comenta el científico del CONICET Galo Soler Illia, director del Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín (INS, UNSAM), pocas horas después de conocer la noticia. “Estos tres químicos tienen una creatividad y una capacidad de generar nuevos materiales capaz de ser aplicables dignas de destacar. Usaron algo muy usual en la química, que es el enlace de coordinación, para construir con una gran fantasía e inventiva un montón de ladrillos y crear nuevos materiales. Algo alucinante que, después algunas décadas, ya se puede fabricar de manera masiva y barata, con lo cual tienen muchas aplicaciones y dentro de muy poco van a llegar al mercado. Además los he visto dar conferencias y son unos fenómenos”.
Uno de los profesionales argentinos que utiliza los MOF en sus proyectos es Germán Gómez, que es científico del CONICET por la Universidad de San Luis y realizó su posdoctorado junto a Soler Illia. Gómez se dedica al estudio de MOF para el campo del censado químico y hacia la degradación de contaminantes mediante la fotocatálisis. El año pasado, de hecho, conoció a Yaghi, uno de los premiados, cuando le otorgaron el título honoris causa en la Universidad Nacional de Córdoba. “Allí dio una charla plenaria en la que la que trató temáticas ambientales, como la captura de dióxido de carbono a partir de estos nanomateriales como la captura de agua en ambientes áridos como el desierto. Habló de aplicaciones reales con problemáticas medioambientales reales. Doy fe de que es un científico muy amable y abierto a las colaboraciones y siempre se muestra activo hacia el uso de estos materiales hacia aplicaciones realmente llamativas”, asegura Gómez.
“Es excelente que le hayan otorgado este premio en conjunto. Significa la validación de décadas de trabajo en las cuales se han utilizado los MOF para enormes posibilidades y aplicaciones que van más allá de lo teórico”, dice Gómez. Para los que utilizamos estos materiales es una noticia que nos motiva, porque estamos trabajando en una rama que va a tener más atención, más recursos y una expectativa aún más alta. Se abre una nueva etapa en los MOF donde se va a profundizar su aplicación real y su compatibilidad en dispositivos reales, además de poner énfasis en su utilización a gran escala en un uso práctico. Si podemos lograr eso, que es una cuestión bastante crucial, el reconocimiento del Nobel pasará de ser simbólico a ser un beneficio tangible para la sociedad”, señala.
La historia detrás del Nobel
Todo comenzó en 1989, cuando Richard Robson experimentó con el uso de las propiedades inherentes de los átomos de una forma novedosa. Combinó iones de cobre con carga positiva con una molécula de cuatro brazos; esta tenía un grupo químico que era atraído por los iones de cobre en el extremo de cada brazo. Al combinarse, se unieron para formar un cristal amplio y ordenado. Era como un diamante lleno de innumerables cavidades.
Robson reconoció de inmediato el potencial de su construcción molecular, pero era inestable y colapsaba con facilidad. Sin embargo, Susumu Kitagawa y Omar Yaghi sentaron bases sólidas para este método de construcción; entre 1992 y 2003, realizaron, por separado, una serie de descubrimientos revolucionarios. Kitagawa demostró que los gases pueden fluir dentro y fuera de las construcciones y predijo que los MOF podrían hacerse flexibles. Yaghi creó un MOF muy estable y demostró que puede modificarse mediante un diseño racional, dotándolo de propiedades nuevas y deseables. Tras los revolucionarios descubrimientos de los galardonados, los químicos han construido decenas de miles de MOF diferentes.